MSc. Alejandro Camacho
Por motivos laborales y profesionales, durante muchos años he tenido la oportunidad de trabajar en la mayor parte de las áreas rurales de nuestro país. Una de las gestiones administrativas que debían aportar las familias que les colaborábamos, llevaba un determinado valor, el cual por motivos de costo de vida se incrementó en mil colones y era necesario que se cubriera dicha diferencia por cada interesado.
Por esas ocurrencias o ligereza de vida, se me ocurrió comentarles a las familias que debían aportar los mil colones de más, que era cualquier cosa, cuando del fondo del salón una señora con voz fuerte y firme me corrige e indica: "para usted no es nada, pero para mí es la comida de un día para mis hijos".
A partir de ese momento y con la lección que me dio aquella señora, recapacité que pese a mis estudios, experiencia laboral y el esfuerzo que hicieron mis papas para sacarme adelante, me había convertido en uno más con una vida individualista, donde una sociedad consumista, acomodada y de falta de valores, no da rostro a la necesidad de nuestros hermanos costarricenses y lo único que vale es aquello que me afecta y limita, aunque existan amigos, parientes y hermanos viviendo una Costa Rica muy diferente a lo que se vive en el área metropolitana.
En el proceso actual que vivimos de “Gobierno Chaves", se acentúan estas grandes diferencias de vivencia y necesidades, porque cada uno de los grupos vela por sus intereses, sin considerar realmente a los sectores que se ven más afectados.
Nuestro sistema bajo el esquema actual ya cumplió décadas de funcionamiento, muchos han sido los logros que, a lo largo de éste tiempo, se han alcanzado, pero muchos son también los compromisos que todavía existen, y que deben ser cumplidos en el corto plazo.
La optimización de recursos es un tema de tratamiento fundamental. Las exoneraciones, ayudas y subsidios deben ser dirigidas a las personas más necesitadas, de una manera efectiva, coordinada y congruente.
Su aplicación requiere de la participación conjunta de los colegios profesionales, gremios, sindicatos, empresa privada y las instituciones del Estado, creadas para el efecto. El tiempo es una herramienta fundamental, y los acuerdos entre estas instituciones es básica.
Hay sectores muy pobres de la población que, aún y con su estado de pobreza extrema, no tienen acceso a las oportunidades de trabajo, estudio, becas y subsidios. El aparato estatal se ha mostrado deficiente en el tratamiento de éste tema. Las estructuras institucionales actuales se alejan cada día más de estos sectores.
El sistema actual necesita efectividad, es menester colaborar con las entidades y las instituciones creadas para dicho fin, promoviendo su participación efectiva e interés, de manera que todos los partícipes tengan como fin común la optimización de recursos y su rápida colocación.
No es la falta de legislación lo que no permite brindar ayuda económica a los estratos más necesitados del país, sino más bien, la falta un compromiso político, que se arriesgue a cambiar los esquemas actuales.
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