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Ciclismo de antaño.


José Marvin Monge


Como era el ciclismo hace 40 años en Costa Rica. Quien no recuerda las llegadas al Estadio Nacional con helicópteros y a las miles de personas con el radio en la oreja durante las cogidas de café. Hablamos de un ciclismo agresivo donde la fuerza era la base de todo. No existía la palabra cadencia, no habían pulsómetros ni ciclómetros. Una era sin tecnología, sin Internet, sin libros donde la experiencia de algunos ciclistas era la única opción al conocimiento.


El aguadulce era requisito en nuestras ánforas, la miel de abeja y la tapa de dulce era el gel, las frutas eran los bocadillos y la avena era el carbohidrato.

Las carreras eran muy interesantes ya que había más pájaras, mas errores tácticos, y la etapa se movería en un entorno diferente y atractivo para muchos. La diferencia entre ganar y perder en el 80% de los casos siempre es un error.


Habían formadores de ciclistas que hacían de entrenador y preparador físico a la vez. Tenías que ser capaz de recoger objetos del suelo desde la bicicleta, pedalear con una pierna y con un bolso lleno de piedras. (Ese era el gimnasio). Los platos eran 52-42 con 14-21 atrás de cinco galletas. Las cadenas nunca se estiraban, los piñones te duraban 10 años, las bicicletas pesaban 10 – 11 kilos y solo tenías un uniforme de tela de paño que si se mojaba pesaba el doble. En un sprint se tiraban los metros finales haciendo los cambios con la rodilla derecha ya que los 5 cambios estaban en la barra oblicua.


Habían ciclistas que daban espectáculo y ponían la carrera cuesta arriba, donde la carretera se convertía en un campo de batalla con luchas únicas en busca de la victoria donde la general individual cambiaba cada dos días, lo que convertía el seguimiento de la vuelta en una aventura para los amantes del ciclismo.


Se atacaba desde lejos en todas las etapas con sorpresas individuales, sin importar el terreno, porque había hambre de victoria en cada ciclista. Muchos de esos ataques hoy día son leyendas de coraje vividas.

Sabemos que la competición es injusta por naturaleza. Muchas veces el que más méritos hace no acaba venciendo. Solamente se recuerda el primero, segundo y tal vez el tercero. El resto cae en el olvido del público. Aunque los amantes del ciclismo recordamos aquellos que mueren luchando. La mayoría de los ciclistas preferían morir de pie que vivir arrodillados sin intentarlo

Esas generaciones de hombres de acero se fueron por su edad pero incluso hoy muchos de sus éxitos son difíciles de igualar. El premio final era una casa y a veces un auto.

No había restricciones en ninguna carretera, se entrenaba solo martes y viernes pero se corrían todos los domingos, con un calendario lleno y por ello tenías ritmo de carrera todo el año. Esas competencias nunca volverán por la estructura con la que se prepara una vuelta hoy en día.


Cuando comparas el ciclismo de los años 80 con el ciclismo actual te das cuenta que muchas cosas son las mismas con diferente nombre y que la mayoría de los productos nuevos tienen la base de lo que consumía un ciclista de los años 80. El Internet le cambio el nombre a todo y algunos piensan que están ante una innovación. No saben que eso existe desde hace 40 años. Muchas cosas de esos años están de vuelta con maravillosos resultados pero con otro nombre y una etiqueta brillante.


En honor a esos grandes ciclistas de Costa Rica.

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