La embriaguez del pensamiento
- Bernal Arce
- 23 sept 2024
- 2 Min. de lectura
Basura
Jacques Sagot
Miserables, escondidas en los intersticios de los pisos, del rodapié, justo al lado del basurero o en el fondo de las gavetas, van quedando fragmentos de basura. Ahí viven oscuramente sus vidas clandestinas. Una hilacha de banano, una bolsita de edulcorante rasgada, un pedacillo de papel cualquiera, un grano de arroz, un botón, una moneda. Inmundicias que de alguna manera lograron escapar a última hora de la bolsa de los desechos, y siguen viviendo con nosotros durante meses, a veces años. En las inmediaciones de los basureros, casi siempre. No los vemos, o si los vemos los juzgamos a veces demasiado insignificantes para recogerlos… y les perdonamos la vida. Abomino de ellos. Más aun que de los despojos grandes y desvergonzados. Basurilla de intersticios, como el excremento que va haciendo su morada en los divertículos de un intestino enfermo. Ahí se queda para siempre, y un buen día terminan por envenenar al organismo entero. Nuestras almas están llenas también de pequeños desechos, hijos de la oscuridad y la represión. Ahí nos trabajan, nos minan, nos van carcomiendo. Rencores, envidias, mezquindades, recelos, ira, deseo de venganza, culpa, miedo, abatimiento, recuerdos infames, sueños rotos…. Todo lo que Spinoza llamaba “las pasiones tristes”. No podemos expulsarlos porque ni siquiera sabemos que son nuestros huéspedes. Nuestra alma es laberíntica, está llena de rincones en sombra, sótanos, áticos, clósets, corredores que no llevan a ninguna parte. Ahí se aloja toda nuestra bazofia psíquica. El subconsciente es una enorme piscina a la que va a desaguar todo el horror que hemos reprimido, y ahí, desde ese pestífero suampo, sigue parasitando nuestra energía, lo mejor de nuestra vida. Limpieza, limpieza de los cuerpos y las almas. El agua corriendo a raudales y arrastrando consigo toda la inmundicia del mundo. Un diluvio, un diluvio interno colosal y salutífero: eso es lo que anhelo. El agua bautismal y absolutoria. Pureza: la gran nostalgia de mi ser.
Se necesitan dilubios para repartir pordoquier,o bien que Hércules dirija el Alfeo a nuestras Instituciones y que sa salven los buenos......Gracias Jacques.