El Real Estelí nos desnuda… ¡y cuánta miseria humana queda expuesta!
Jacques Sagot
Bueno, este hecho retrata de cuerpo entero las facetas más siniestras de la idiosincrasia costarricense. Al magnífico técnico actual del Deportivo Saprissa -Vladimir Quesada, con tres campeonatos en sus alforjas- lo están hostigando porque su equipo perdió 2-1 contra el Real Estelí de Nicaragua. Es el único cuadro de la tierra de Darío que ha llegado a los octavos de final de la “Champions League” de la CONCACAF. Pero a Costa Rica siempre se le sale, en este tipo de coyunturas, su “Mr Hyde”, su licántropo, su vampiro, su alter ego tenebroso y vergonzante. Si Saprissa hubiera perdido contra algún equipo mexicano el asunto hubiera pasado inadvertido (México ha sido y sigue siendo nuestro “papá” futbolístico: es cosa que nadie discute y ya a nadie ofende). Si hubiera perdido contra un cuadro hondureño, la catástrofe no nos hubiera cubierto de ignominia: todos sabemos que para nosotros Honduras es “el Coco” futbolístico de Centroamérica: nos sumimos en el timor et tremor kierkeggardiano con solo pronunciar su nombre: Hon-du-ras… ¡Uy, corramos a escondernos debajo de la cama! Si hubiésemos caído contra un equipo estadounidense no veríamos en ello agravio alguno: después de todo, la NFL es una de las más poderosas y económicamente opulentas ligas del mundo. Si la derrota nos hubiese sido infligida por equipos de Canadá o Panamá, no estaríamos chapoteando en la deshonra: bien se sabe que estas son potencias emergentes del fútbol, y el segundo, en particular, se ha especializado durante los últimos cinco años en sojuzgarnos y vencernos, tanto en nuestros predios como en el estadio Rommel Fernández. Si hubiésemos perdido contra Jamaica o Haití… pues qué carajo: esos negros son muy rápidos, altos, atléticos, y tienen un biotipo que los ayuda sin lugar a dudas a jugar fútbol. Hasta allí no hay ultraje o agravio alguno.
¡Ah, pero perder contra un equipo nicaragüense, eso sí es inexcusable, infamante, vejatorio, la más fangosa de las humillaciones! ¡Eso no se le perdona a nadie! ¡Eso toca un nervio expuesto de nuestra psique colectiva y nos hace aullar de dolor! ¡Eso es lo indecible, lo impronunciable, lo inimaginable, lo que Freud hubiera llamada unheimlich! Y es aquí donde, cual el magma que brota a presión desde su subterránea cámara, hasta reventar en el cráter y proyectar cenizas que llegan a la exosfera, se nos sale nuestro racismo, nuestra xenofobia, nuestro vil, estúpido e infundado supremacismo con respecto a la patria de Darío, Belli, Urtecho, Mendieta y Chamorro (nunca hemos producido un solo genio literario de este nivel). Mil veces preferible perder 7-0 contra las águilas del América de México, que caer 2-1 contra el Real Estelí, ese remedo de equipo cuyo nombre ya de suyo propone una triste y cómica parodia bananera del otro Real, el único, el incomparable, el votado mejor equipo del Siglo XX: ¡el Madrid!
¿Caer ante una manga de zambos – misquitos, descendientes de esclavos africanos, traídos a las costas de nicaragua a bordo de barcos negreros, a todo lo largo del siglo XVII? ¡No, eso no cabe en nuestras mentes, ese es el ultimo de los vejámenes, eso es como perder contra un equipo de chiquitas de Kindergarten! Resulta divertido, ver a qué punto nos chima perder contra Nicaragua. El honor mismo de la nación se ve con ello lesionado. ¡El paisecillo de donde vienen los inmigrantes, para trabajar en la zafra de la caña durante el verano, en la zafra del café durante el invierno, y en la zafra del banano, a fin de año! ¿Cómo es posible que estos rupestres aborígenes nos bailen en el terreno de juego, expongan ante el mundo entero nuestra mediocridad, e inviertan todas las jerarquías imaginarias que hemos establecido con respecto a ellos? ¿Los castigados súbditos de una tiranía abyecta y depravada, doblegando a los hijos de la más prestigiosa democracia de América Latina? Perder contra el Real Estelí no era, tal parece, una opción siquiera posible. Pero ya sabemos cómo es el fútbol: juegan once contra once, y gana el equipo que haga más goles: es así de simple. Y por haber caído contra ese rejuntado de nativos, cholos, negros, criollos y mulatos le hacen ahora la vida imposible a Vladimir Quesada… ¡Ah, cuán expuesta queda la faz en sombra del costarricense, cuando se ve enfrentado a este tipo de situaciones!
La verdad de las cosas -nos guste o no- es que el fútbol en Nicaragua ha experimentado un explosivo proceso de crecimiento que no hace sino empezar, y que sin duda hará de esta noble nación una potencia en el ámbito de la CONCACAF. En este momento Nicaragua ocupa el puesto 92 en el ranking oficial de la FIFA. En sus peores momentos, Costa Rica se ha hundido al rango 93.
El Real Estelí fue fundado en 1961 con el nombre Estelí F. C. En el año 1991, “El Tren del Norte” ganó su primer título nacional, proeza que repitió en las temporadas 1998-1999, 2002-2003, 2003, 2004, y desde la temporada 2006-2007 hasta la actualidad. En el año 2004 el Real Estelí se convirtió en el segundo equipo nicaragüense en avanzar a la segunda ronda de la Copa Interclubes UNCAF, eliminando al Real España de Honduras, cuadro con el que empató 1 a 1 en el Estadio Independencia y empató 3 a 3 en Honduras. El club ha estado en 16 finales de torneos cortos en las últimas 18 temporadas, ganando 13, 8 de ellas de manera consecutiva. Solo se ha ausentado en las finales de la Clausura 2004-05 y Apertura 2010-11. En 2011 el Real Estelí fue campeón de Clausura 2011 y campeón Nacional 2010-11, clasificándose para la Liga de Campeones de la CONCACAF 2011-12, sumando su quinto campeonato nacional consecutivo, y el noveno en sus vitrinas. En 2023, en la Copa Centroamericana de la CONCACAF, el Real Estelí llegó a la final contra el Alajuelense, de Costa Rica. En el 2024, el Real Estelí fue el primer club de Nicaragua en alcanzar los Octavos de Final de la Champions League de la CONCACAF, realizando la hazaña histórica de ganarle 2x1 al América de México.
Señores, señoras: dejen en paz a Vladimir Quesada y al Deportivo Saprissa. No cayeron ante un rejuntado de barrio, sino ante un gran equipo que va embalado hacia arriba en su curva de crecimiento. En materia de fútbol, Costa Rica no tiene absolutamente ninguna razón para asumir esa pose de hegemonismo, de supremacismo, de soberanía, de liderazgo en el seno de nuestra tercermundista CONCACAF. Es por mucho la más débil de las seis confederaciones que integran la FIFA, y aún en ello ocupamos tan solo un tercer lugar histórico, muy por debajo de México y los Estados Unidos, y en claro declive hacia un cuarto lugar, si Panamá, Honduras, Jamaica y Nicaragua siguen desarrollando sus extraordinarias potencialidades. Que nos sirva la lección impartida por el Real Estelí para revisar, identificar y combatir los trasgos del hegemonismo, el racismo y la xenofobia que nos habitan, que nos tienen espiritualmente colonizados. Ese es el gran mensaje que se desprende de esta derrota.
Más claro no canta un guardabarranco (ave nacional de Nicaragua desde 1971).
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